sábado, 7 de marzo de 2009

Otro de nuestros abuelos se nos fue al cielo

Nuestro querido Latif, otro de nuestros ancianos, nos ha dejado para siempre. Su historia es triste, pero a la vez envidiable porque pasó por esta vida ligero de equipaje.

Cuando nació, murió su madre y su padre se casó en segundas nupcias y, parece ser, que Latif careció de auténtico cariño. Vivió siempre en la calle, al amparo de quienes quisieran darle algo para comer y, en la calle, aprendió un lenguaje vulgar que soltaba cuando se enfadaba.


Llegó a esta casa de manos de un abuna (sacerdote) hace ya, cuatro años. Tenía un especial atractivo que robaba nuestros corazones y el de todos los que le conocían. El suyo, era grande y generoso como la copa de un pino. No tenía nada, pero apenas conseguía alguna que otra libra, corría a comprar una coca-cola, para nosotras y para alguna amiga que estuviera en la casa. A veces, en cambio, cuando se le presentaba alguna situación desagradable, se enfadaba y hablaba a voces y sin control. Quizás, su estado de salud deteriorada últimamente, tuvo que ver con esa rebeldía y temperamento fuerte que sacó en su etapa final. Pero, nos quería mucho y nosotras también, de todo corazón. Reía de una forma simpática y nos llamaba “mama”. Posiblemente, llevó durante su vida el trauma de no haber conocido el amor de su madre.

El pasado mes de Enero estaba continuamente fatigado. Mª Carmen acompañada de Ayman y Rami le llevaron a un hospital. Diagnóstico: Problema de corazón que exige Ingresarle sin demora, pero en ese hospital no tenían cama para él. Marchan a otro hospital y a otro y a otro y a otro y así, hasta las cuatro de la mañana, y no hay lugar para ellos en ninguno. Ante esta situación, me vienen a la mente las palabras del evangelio cuando María y José buscaban posada en su viaje a Belén: “No había lugar para ellos”.



Mª Carmen con lágrimas en los ojos y en el corazón me habla de la situación de los pobres en El Cairo. Los hospitales están abarrotados, supera toda previsión: hombres, mujeres, niños, en condiciones de higiene deplorables, corrientes de aire, pobreza extrema…Los doctores responsables, hablan claro:”Tienen prioridad las personas que tengan posibilidades de superar”. Le ayudan a eliminar líquidos que le oprimen el corazón de forma grave y le ponen un tratamiento. Pero nuestro querido Latif, se queda fuera, no puede quedar ingresado.

Los pobres no tienen nada; ni derechos ni condiciones ni, muchas veces afectos, digo mal, Latif gozaba de un intenso cariño de las personas que le acompañaban y de muchas otras.

En casa, con el tratamiento a seguir, va recuperándose poco a poco, en lo que cabe. Pero, el día cuatro de Marzo le vuelve la fatiga y cae en picado. Le sucedían una especie de ataques con un color de piel oscuro y unos ojos desorbitados. Rápidamente Se habla con el abuna que le trajo a casa, pues Latif, no tenía papeles, lo que suponía un problema para nosotras. Nos acoge con todo cariño y se opta por llevarle al hospital de Shobra, donde él había vivido. Allí, entregó su alma a Dios.

Para nosotras, ha supuesto una nueva experiencia de cómo el Señor nos cuida. Todo se solucionó sin complicaciones.

Latif nos deja un grato recuerdo. En sus últimos días recuperó su forma alegre y juguetona, como le habíamos visto casi siempre.

Careció en esta vida de todo, pero ahora, el Señor que tiene predilección por los pobres, le estará recompensando plenamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, hermanas,
he leído vuestro último post y es ciertamente lamentable la situación que se vive en este país en el que misionáis. Pero Jesús os bendice mucho y no os abandonará nunca, porque hacéis una labor de amor y evangelización muy importante. Seguro que Latif, desde el Cielo, intercede por vosotras y por sus amigos ancianos a los que cuidáis como si fueran vuestros hijos muy amados.
El Señor está con vosotras.
Muchas gracias por vuestro testimonio fuerte de amor a Dios y al prójimo.
Un abrazo a ambas.
Dorli.

Anónimo dijo...

Hola queridas!
Lamento muco la muerte de Latif, y os acompano en el sentimiento!Pero, gracias a Dios que vuestro anciano ha muerto entre persons que le querian, le cuidaban mucho y le considerabn como a un familar suya, y que no ha muerto en la calle, con hambre, como podria pasar si no habeis aparecido en su vida ultimamete.
Gracias a vosotras, Maricarmen y Marisol, por permetirle a Latif a morir en su cama con dignidad y con el sentimiento de no estar solo en la vida!
Que Dios le bendiga a Latif!
Hasta pronto,
Zeinab